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Atravesamos un momento de crisis de extensión mundial, no ha existido un momento como este en ningún otro periodo de la humanidad, sin embargo estamos empecinados y empecinadas en recorrer los mismos caminos para llegar a  un horizonte, una utopía, un mundo mejor que huye cada vez más lejos.

El nivel de desaliento a la esperanza supera todas las dinámicas de alienación de la vida y el error parece ser hacer lo correcto.

Tal vez hacer lo correcto sea incurrir en el error…. Abandonar la línea recta hacia la belleza, hacia lo contrario de la infelicidad.  Porque no podemos ya siquiera definir qué es un mundo feliz…
Salvo que determinemos a la belleza en oposición  a los peores y mas grandes poderes concentrados que se han refinado en una estética absoluta, en un continuo visual, comercial, musical, violento, del teatro policial, negador del mas mínimo gesto de solidaridad como norma para el funcionamiento social.

Es decir la cura a este mal, no es un ideal, hoy es una ética del arte. Arte y vida. Arte y Pueblo. Y clase trabajadora, y economía social, y madre tierra. Arte y todas las religiones que creen comunidad y no doctrina. Recreen espíritu y escuela pública con continuidad pedagógica. Que rescate a Quino, Alfonsina Storni, Copi, Silvina Ocampo, Fontanarrosa, al Heavy metal, al Punk podrido, a Oestreheld, Berni, al teatro comunitario, A Carnota, Favio o a Pugliese…. Que mezcle Sabalos con Dragon Ball…  
Picasso y Guernica.

No estamos ensayando, estamos apostando futuro.*

*Por Diego Abu Arab, artista plástico de la zona sur del Conurbano, actualmente radicado en Gualeguaychu, provincia de Entre Ríos