Por Juan Stanisci, para el Instituto Generosa Frattasi
Hablar de Sabella no solo es volver al técnico que estuvo a minutos de ganarle al Barcelona, uno de los mejores equipos de la historia y de salir campeón del mundo con Argentina. Eso, según su pensamiento, es secundario. Hablar de Sabella es hablar de construcciones colectivas y de una misma forma de pensar el fútbol y la política: con la mirada puesta en el otro.
Solemos destacar a deportistas de alto rendimiento que se posicionan políticamente o tienen acciones sociales en sus comunidades, pero el ex técnico de la selección argentina y de Estudiantes de La Plata, a veces es pasado por alto. Tanto en su juventud como jugador, como en sus años como director técnico, Sabella siempre tuvo posiciones y acciones que lo mostraron como una persona distinta dentro de la indiferencia social que suele reinar el mundo del fútbol.
Su gloriosa juventud
Alejandro Sabella tenía 19 años y era una de las promesas de las inferiores de River. Zurdo, con buena visión de juego y gambeta, todo lo que la tradición futbolística riverplatense demandaba. Los sábados, cuando no jugaba, iba con sus compañeros de la facultad de derecho a las villas a ayudar a levantar paredes. Era el año 1973, el de “Cámpora al gobierno, Perón al poder.” El regreso del General. Sabella perteneció a una generación que no solo luchaba, sino que no concebía un futuro que no fuera en un mundo más justo.
“El 11 de marzo de 1973, cuando fue aquella votación, aunque tenía 18 años no pude votar, porque no estaba en los padrones. Aún me parece que fue ayer, cuando me quedé hasta las 5 de la mañana escuchando el recuento de los votos, que no era como ahora, sino que iba alterando mucho los porcentajes… imposible olvidar al comando peronista, en las calles Oro y Santa Fé”, le contó en 2014 a la revista La Garganta Poderosa, semanas antes del mundial de Brasil.
De pibe leía “El descamisado”. La revista de Montoneros, dirigida por Dardo Cabo y Ricardo Grassi, representaba el ala más revolucionaria del peronismo en la década del 70. Llegó a tener tiradas de 140.000 ejemplares. En la misma publicaba Héctor Germán Oesterheld, escritor desaparecido dos años después junto a sus cuatro hijas.
Sabella tenía cuadros de Perón en su cuarto. Por el fútbol tuvo que abandonar la militancia, pero no así su interés por la historia y la política de nuestro país. “Con esa cultura popular del “Perón vuelve” y el “Perón vive” escritos en todas las paredes, fue creciendo en mí esta necesidad de estar siempre del lado de la solidaridad y de la distribución de la riqueza por una sociedad más justa, más igualitaria, en donde todos podamos tener las mismas posibilidades”, recordaba también años más tarde.
Belgrano y Perón
Tras ganar la Copa Libertadores del año 2009 el plantel de Estudiantes fue recibido en el Palacio Comunal de La Plata. Una multitud esperaba la palabra de los campeones fuera del mismo. El primero en hablar fue el capitán, Juan Sebastián Verón. Luego agarró el micrófono el técnico del equipo, Alejandro Sabella. Promediando su breve discurso soltó: “Siento en mis oídos la más maravillosa música, que es la voz de la gente de Estudiantes”, parafraseando al último discurso de Perón.
En 2011 asumió como director técnico de la Selección Argentina. En su primera conferencia de prensa no habló de tácticas, estrategias, jugadores o triunfos venideros. Mencionó una y otra vez las palabras humildad, generosidad, sentido de pertenencia y trabajo. Y terminó recordando a Manuel Belgrano: “Ahí tenemos la bandera de nuestra patria. Ustedes (los y las periodistas) cuando entraron la han visto y cuando se vayan la verán de nuevo. ¿Qué mayor generosidad que la de quién fuera el creador de nuestra bandera? Manuel Belgrano dio todo por la patria. Era rico y terminó pobre. Dejó su sueldo en el ejército. Dejó su sueldo para hacer escuelas. Murió pobre. Ese es el ejemplo a seguir. El ejemplo de la generosidad. El ejemplo de poner el bien común por encima del individuo”, en esa conferencia de prensa están las ideas centrales del sabellismo.
Pero los vínculos de Sabella con la política no son solo discursivos. En 2013, cuarenta años después de su militancia en las villas cuando iba a la facultad, la ciudad de La Plata sufrió una de las peores inundaciones de su historia. Sabella, siendo técnico de la Selección Argentina, abrió las puertas de su casa en Tolosa, para hacer ollas populares. Durante varias noches junto a su familia cocinaron para el barrio. La única condición fue que no le sacaran fotos.
A la historia la escribe la pelota
Durante el Mundial de Brasil 2014, en los ratos de distención, se alternaba el ping-pong, el pool y la play station con charlas sobre historia o fragmentos de películas como La hora de los hornos. Antes de cada partido, además de las indicaciones tácticas del rival, Sabella les contaba a sus dirigidos sobre las realidades políticas e históricas de los países. Así fue como Mascherano declaró después de jugar contra Irán, “son guerreros, son fuertes, tienen las secuelas psicológicas de tantos años vividos en un contexto social durísimo”, en el mismo partido Lionel Messi le preguntó al capitán iraní “cómo era vivir en una zona tan conflictiva e inestable.” En la misma dirección fueron las palabras de Ángel Di María después del partido contra Bosnia, “No olvidemos que muchos de estos futbolistas fueron los bebes de la guerra; sus cunas fueron las ruinas de un territorio que estallaba.” Sabella fue técnico y maestro.
Cuando preparaban el partido contra Bélgica por los cuartos de final, una instancia que Argentina no lograba pasar desde hacía 28 años, Sabella dijo que era el momento de cruzar el Rubicón. “Yo no entiendo nada ¿Qué es el Rubicón?” preguntó Lavezzi en el medio de la charla. Sabella le explicó a él y a todos sus compañeros como Julio César decidió cruzar el Rubicón para entrar a Roma en el año 49 antes de Cristo.
Con la mirada en el otro
Cuando la selección volvió al país, luego del subcampeonato obtenido en Brasil, fue recibido por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Pensamos que el equipo es el otro”, dijo Sabella tirando un guiño a uno de los eslóganes más importantes del kirchnerismo. “Una cosa fundamental, hablar del grupo, que significa hablar de construcciones colectivas que son mucho más importantes. Y del aporte del individuo al grupo. Y en pensar fundamentalmente en dar, no en recibir. En darle al otro.”
Después del Mundial, ya retirado de la dirección técnica, se lo vio inaugurando obras con el entonces Ministro del Interior, Florencio Randazzo. Cuando le consultaron a quien iba a votar, respondió: “en las elecciones presidenciales voy a votar al Frente Para la Victoria.” Ya en la entrevista con la Garganta Poderosa había elogiado al gobierno de Cristina. “En líneas generales no dudo que este Gobierno Nacional es el que más ha pensado en un país federal y distributivo, para darle acogida a los que menos tienen.”
En 2018 en pleno avance de los gobiernos de Mauricio Macri y Maria Eugenia Vidal contra la educación pública, Sabella recibió un homenaje en la Universidad de La Plata. Un tiempo antes la ex gobernadora Vidal había dicho “¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de Universidades Públicas, cuando todos los que estamos acá (el discurso fue en el Rottary Club) sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?”
El macrismo intentaba por todos los frentes poner en cuestión el rol de la educación pública en nuestra sociedad. A partir de la Unicaba en la ciudad de Buenos Aires, como reemplazo de los profesorados o del recorte a los presupuestos a las Universidades Públicas, las instituciones planearon una “Gran Marcha Universitaria” para el 30 de agosto de 2018. El 24 de ese mes Sabella recibió un homenaje en la Universidad de la Plata. Sus palabras tomaron posición: “Recibir este premio de una universidad es algo que me abruma, me supera. Una universidad pública, gratuita, que gracias a Dios tenemos en nuestro país. No todos los países del mundo la tienen. Y vienen de todos lados a estudiar acá.” Al día siguiente los diarios levantaron las declaraciones: “Sabella apoyó la educación pública” y “Reapareció Sabella y defendió la educación pública”, titularon el Diario Olé y Baenoticias respectivamente.
Pero el discurso de Sabella no apuntó solamente al valor de la educación pública, sino al rol colectivo de la misma, “esto quiere decir que no lo hacemos solos, sí necesitamos del esfuerzo de cada uno de nosotros. Pero necesitamos del otro.” Algo similar había dicho en la entrevista con La Garganta Poderosa cuatro años antes. En la misma rechaza la “teoría del derrame” y defiende el rol del estado, “Siempre tiene que haber un Estado presente, tratando de ser lo más justo posible, democrático y federal, para marcar el rumbo y establecer políticas que le den mayores posibilidades a los que menos tienen.”
Nunca más es nunca más
Entre 1976 y 1983 la dictadura encabezada primero por Videla, Agosti y Massera, luego por Viola, Galtieri y finalmente Bignone, desapareció, torturó y asesinó a treinta mil personas. Según datos de la Conadep, la comisión que investigó los crímenes de la dictadura cuando volvió la democracia, más de la mitad de los desaparecidos y las desaparecidas, tenía entre 21 y 30 años. La generación de Sabella. “Una juventud que idealista que pensaba en un país mejor y que trabajan en beneficio del prójimo”, según sus propias palabras.
Antes de partir al Mundial de Brasil, formó otra selección. Una más necesaria y dolorosa a la vez. Los once nombres no pertenecían a los futbolistas profesionales que viajarían a Brasil. Eran once desaparecidos en democracia. Luciano Arruga, Daniel Solano, Sergio Gómez, Luciano González, Marita Verón, Elías Gorosito, Iván Torres, Martín Basualdo, Jorge Julio López, Sergio Ávalos y Facundo Rivera Alegre.