Desde el programa radial «La parte maldita» estuvimos en comunicación con Vanesa Cufré, actual Secretaria de Prensa y Comunicación de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular. En el marco de la primer movilización de UTEP que se llevó a cabe el 7 de Agosto. Una jornada nacional desde San Cayetano en Liniers a Plaza de Mayo, por Tierra, Techo y Trabajo.
– El sábado 7 de agosto fue la jornada de San Cayetano, desde Liniers, a Plaza de Mayo. La primer movilización de la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). ¿Qué podes comentarnos al respecto?
– Vanesa Cufré: Primero, quisiera agradecerles la oportunidad de este nuevo momento. Hace muy poco estoy a cargo de la Secretaría de Prensa y Comunicación de UTEP, en esta nueva etapa del sindicato.
En mi caso, al ser una persona trans, me atravesó históricamente la economía popular, siempre enmarcada en las labores desde ese lugar. Hasta el año 2019 fui una trabajadora de la economía popular, monotributista. Hoy me encuentro como trabajadora del Estado y con mucho orgullo llevo adelante esa tarea.
El pasado jueves tuvimos la maravillosa noticia de la personería social, que enmarca el camino que estamos construyendo los movimientos sociales en el reconocimiento del ejercicio laboral de un nuevo tipo de trabajo. Por eso el 7 de agosto significó volver a tener la posibilidad de expresarnos. Creemos que son trabajos que existen hace muchísimos años, que han sido siempre subvalorados y menospreciados por la economía formal. Sin dudas, generaban un marco de ganancias y una plusvalía, como se dice en términos marxistas, para algunos sectores que no eran los nuestros y que por eso teníamos poco acceso a los derechos, tan bajos salarios y pocas posibilidades de subsistencia.
Pasaron ya seis años de aquella histórica movilización de San Cayetano a Plaza de Mayo, que marcó la unión de los movimientos sociales (en ese momento la CGT, la CCC, Barrios de Pie y el Movimiento Evita). Hoy se plasman en una identidad que involucra y que convoca otras, como es la UTEP. Nos dejó muy contentos y contentas poder estar en esta movilización con una bandera y un simbolismo de una unidad mucho más grande que aquel inicial triunvirato.

–En algunos sectores a veces hacía ruido, para decirlo de algún modo, qué era este proceso de sindicalización de este nuevo fenómeno de la Argentina contemporánea que tiene que ver con los denominados movimientos u organizaciones sociales, sobre todo sobre su ingreso a la CGT. Sin embargo, la UTEP desde su propia conformación, empieza a tener algunas características, como por ejemplo, la presencia de mujeres, luchas de la diversidad, que son poco o nada vistas en el sindicalismo más tradicional. ¿Cómo ves esa relación entre lucha feminista, la diversidad, movimientos sociales y sindicalismo?
– Acá se enmarcan tres grandes movimientos que lamentablemente a algunos y a algunas les cuesta tanto reconocer y valorar. Yo creo que estos tres grandes conglomerados marcan inicio del nuevo tiempo. No solamente discute lo simbólico, lo representativo, también discute la matriz económica que está insertada en un sistema hace ya siglos. Este sindicato, que hoy tiene una paridad en su composición, debe ser el único que tiene a una secretaria que es una persona trans. Yo no entré por cupo, no fue demagogia; tuvo que ver con el acto de una labor y una histórica construcción en el marco de la economía popular. Eso abre la puerta a que otras compañeras puedan entrar luego, es la perspectiva de esas compañeras, compañeros y compañeres no binarios. Esas identidades que cuestan ser leídas en el tránsito de otras discusiones que no sean las de género y diversidad.
Hay un reduccionismo al concepto de lo social, como si no tuviera que ver con lo político. Nadie se metía cuando escuchaban que la compañera era golpeada por su concubino, por su marido, por su pareja; eso eran cosas que sucedían entre cuatro paredes. Nosotras decíamos que lo personal era político. Eso que nos atravesaba era sistémico. Yo vengo de militancia feminista desde el año 2006, era muy joven cuando me sumé. Algunas personas también nos decían “sean putos en sus casas, pueden garchar con quienes quieran o vestirse de mujer, pero en sus casas”.
Los derechos no se construyen ni mucho menos se consolidan escondiéndonos, llevándolo al ámbito privado. Ahí nos encontramos con lo feminista de “lo personal es político” y salimos a la calle. Atravesadas por las ausencias de las muertes de las compañeras, a veces en manos de los varones concubinos, pero también de la violencia patriarcal y machista de un desconocido en la calle, como sucede con compañeras travestis y trans. Y muchísimas veces, como sigue pasando, en manos de la violencia institucional. En manos del Estado.
Nos involucramos políticamente, venimos de movimientos de izquierda, de movimientos donde son anti sistémicos, porque son contraculturales. Entendimos que el juego es político, entendimos que si no nos metíamos en la política ella se iba a meter con nosotros.
Hay un momento donde una se encuentra cumpliendo un rol comunitario, atravesada por su condición de género y por una subjetividad que te dice “mirá, no me siento cómoda en el lugar donde estoy parada en este sistema binario”. Siendo una compañera que viene del feminismo, una persona trans, pobre y que se organizó en una olla popular cuando tenía catorce años, en aquel 2001, cuando solo había para comer polenta y no veíamos la carne durante meses. Salíamos a pedir y éramos trescientas, cuatrocientas personas, todos los fines de semana, el comedor desbordaba. Esos momentos nos fueron llevando a un camino de coherencia y de historia.
Yo creo que subestiman a los movimientos sociales como lo hacen con la lucha feminista, como subestiman a las personas travestis, que solo podemos hablar de trabajo sexual, ser putas, modistas o peluqueras.

– El 7 de agosto en la movilización desde Liniers hasta Plaza de Mayo, se planteó la agenda de «Tierra, Techo y Trabajo» que es lo que propone y exige el sector de la economía popular a esta clase política liberal. Está presente también lo de la personería social que salió el 5 de agosto. ¿Qué otras cuestiones aparecen como discusiones en el ámbito de las organizaciones?
–Hay casi dos millones y medio de personas inscriptas en RENATEP (Registro de las Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Popular). Eso nos acercó un poco a una convicción que teníamos: somos un tercio de la población activa laboralmente en Argentina.
Creemos que en la economía popular son cuatro millones de personas por lo menos. Sentimos que de esas personas que hoy están en el RENATEP, solo el 23% recibe un programa social y tiene un acompañamiento del Estado. Hablo de un programa social, que ya no es un plan social.
Desde el inicio de esta gestión, soy asesora en género y diversidad en la Secretaría de Economía Social. Venimos trabajando fuerte por la reconversión de los planes sociales en trabajo.
Hay una subestimación de los sectores productivos, entendiendo que no hay formación, calificación o capacitación. En realidad, lo que no hay es una certificación de un montón de propuestas que se nos ha dado para la prestación de un programa que sí creían que era un plan a los sectores de la economía popular. Nosotros y nosotras decíamos que podíamos hacerlo, que podíamos tener fábricas recuperadas, cooperativas, nuestros propios emprendimientos y unidades productivas. Sin embargo, todavía seguimos con esa subestimación.
Hay que cambiar eso y fue una de las consignas de este 7 de Agosto. El fortalecimiento y el crédito para la economía popular, entendiendo que solo el 23% tiene una asistencia del Estado, no solo de un salario sino de un estímulo. El potenciar trabajo tiene la posibilidad de ser una puerta para que puedan presentar un proyecto, iniciar un proceso productivo y hacerlo desde la independencia. Por eso decimos que trabajo y empleo no es lo mismo. El empleo tiene un empleado,pero trabajar trabajamos todos y todas, solo que no estamos reconocidos. Creo que en ese sentido es una propuesta fuerte el Salario Básico Universal para trabajadores y trabajadoras de la economía popular.
Es importante que el Estado pueda dejar a disposición un acompañamiento para esas personas inscriptas en el RENATEP. Sabemos lo que fue la pandemia para el sector monotributista, que a veces es como un universo, un clavel del aire del que nadie se quiere hacer cargo. Es importante que el Estado contemple la posibilidad de tener un Salario Básico Universal para que nadie en este país tenga que estar imaginando el poder llegar a los sesenta y cinco mil pesos de una canasta básica de una familia tipo, siendo propietaria del lugar en donde viven porque si hay que alquilar es imposible poder sobrevivir.
La economía popular plantea dos consignas básicas: salario universal y el crédito y fortalecimiento de la economía popular, que son consignas políticas. Hablar de Tierra, Techo y Trabajo se ha convertido en una consigna política anti sistémica, porque este capitalismo nos deja por fuera de poder conseguir esas pequeñas cosas que parecen tan esenciales y que deberíamos tener por derecho, pero sin embargo brillan por su ausencia.
Sofía Álvarez, desgrabación y edición.
Entrevista realizada en La parte maldita,
programa que sale todos los jueves de 14 a 15 horas
por Radio Gráfica fm 89.3