El 31 de Julio realizamos el acto relanzamiento de nuestro Instituto Plebeyo y la adhesión a la Federación de Cooperativas de Trabajo Evita. Mercedes D’Alessandro nos acompañó con un discurso enfocado en economía, saberes populares y género. Nació en Posadas, se doctoró en Economía en Buenos Aires y actualmente es Directora Nacional de Economía, igualdad y género en el Ministerio de Economía de Argentina.
Estudié en la facultad de Ciencias Económicas. Me vine de Misiones de muy chiquita para estudiar acá, como hacemos o hacíamos muchos y muchas, para estudiar una carrera universitaria. Y una de las cosas que siempre me pasó es esto de que el saber está muy masculinizado. Siempre los que escriben, los que saben son varones, los profesores son varones. Estudié la carrera de economía e hice el doctorado en economía y les puedo asegurar que en esa biblioteca gigante que leímos solo había dos mujeres.
Una era Robinson una mujer que escribió sobre las controversias del capital. En wikipedia hace unos años aparecía como amiga de Keynes y de Sraffa como la que le cebaba los mates a ellos. Ella era “amiga de” antes de ser una gran pensadora y una grosa porque había escrito unos libros espectaculares, y de hecho nosotras buscábamos “J. Robinson” y no aparecía nada.
La otra es Rosa Luxemburgo. A ella la leímos en económicas, obviamente en algunos pasillos, en las catacumbas le decíamos, porque ahí era donde leíamos los textos de Marx. Económicas no es ni sociales, ni filosofía y letras. Económicas es más bien un reino donde todo tiene que ser matemático, donde todo tiene que tener una ecuación o un cuadrito donde todo conecte matemáticamente. Y todo lo demás es humo. Y ahí leíamos a Rosa, que no era aceptada por la economía porque no había ido a la universidad. Obviamente estamos hablando de aquel momento de la historia donde las mujeres no participaban de estos espacios. Entonces también por eso pensaba ¿no? Acá en la cuestión de la economía popular, como con el feminismo también nos ganamos un espacio. Y somos muy pocas también, porque no es que somos un montón de mujeres hablado de economía política ocupando lugares en el espacio, somos minoría en todos lados, a menos que haya un cupo o paridad.

Entonces pensaba los saberes. Antes de venir le decía a Mariana que yo daba clases de Epistemología de la Economía. Y en esa materia hablábamos mucho de los distintos debates que hay en el mundo, acerca de la lucha de clases, de la filosofía, de todo lo que está detrás de la economía. Cuando me recibí, cuando hice mi tesis de doctorado, escribí sobre la crisis económica desde el punto de vista filosófico, es decir como todas las teorías filosóficas que pueden haber detrás de la crisis y para poder hablar de eso tuve que ir a la crisis del 2008 de las hipotecas en Estados Unidos y ver las crisis financieras. Y otra vez era la única mujer que estaba viendo el tema financiero desde un punto de vista teórico y haciendo un doctorado con eso. Fíjense lo lejos que estamos de que las mujeres, y ni hablar de que el saber popular, ocupen espacios de pensamiento, donde se forman cientos y miles de personas año a año para poder debatir y disputar ideas.
Digo esto porque creo que estamos en un momento muy crítico, esta pandemia hizo crujir el sistema y no es que trajo cosas nuevas, porque todo lo que vamos viendo son cosas que están desde que el capitalismo es tal: la desigualdad, la opresión, la pobreza. Son todas estructuras que ya son viejas, no hay mucha novedad en esta pandemia. Sí es nuevo en la Argentina que nos toca vivir el hecho de que haya nuevas voces. Tenemos nuevas expresiones, tenemos herramientas que nos fuimos forjando.
Gildo y Mariano hablaban del 2001. Mi fiesta de egresados fue el 20 de diciembre del 2001, obviamente estuve en la plaza. Salimos con los gases lacrimógenos y fuimos con unos carteles que decían “fuera de la Rúa y Cavallo”, bailamos y celebramos la noche que declararon un estado de sitio. Somos hijos e hijas de ese momento, pero no logramos procesar teóricamente en la economía todo eso que nosotros estuvimos batallando en ese momento. Ese “fuera de la Rúa y Cavallo” no se plasmó todavía en un pensamiento económico que aúne lo popular. Tuvo su momento con el kichnerismo con Néstor. Tuvo un momento pero más en la acción que en lo teórico y eso es un problema.
El pensamiento no es algo que uno hace a escondidas, a oscuras, como se ve en los dibujitos animados. Es un proceso colectivo. Uno va entendiendo una época. Va reflejando el accionar del de al lado.
Porque el pensamiento es algo que trasciende. Es un camino largo, son cientos de años que venimos pensando. La humanidad como humanidad piensa. Y ese pensamiento va recorriendo los siglos y entonces es importante dejar registro en el pensamiento de aquellos pensamientos que vivimos. Y ese registro me parece que hoy tiene una potencia y una posibilidad. Tiene una posibilidad porque todos y todas nos sentimos desorientados y descartamos lo que tenemos enfrente. No sé cómo se sienten ustedes, porque en esas bibliotecas no falta mucho reescribir, no podemos seguir hablando (se va a ofender el compañero) de Carlitos Marx, o sea sí, podemos usarlo como una fuente, como una leña, pero tenemos que actualizar muchas cosas y eso requiere un pensamiento vivo, requiere que eso lo podamos actualizar, lo podamos trabajar, lo podamos mirar, podamos encenderlo.
Acá yo creo que hay un punto de contacto entre el feminismo y la economía popular que es poner en jaque un concepto fundamental que es el concepto de trabajo. El feminismo vino también a romper el concepto de trabajo, porque cuando hablamos de trabajo domestico, de cuidado, estamos trayendo un debate… porque cuando uno piensa en trabajo, piensa inmediatamente en trabajo asalariado. Si yo les pregunto ahora ¿Cuántas horas trabajan por día van a contar las horas que trabajan lavando platos, cocinando, cuidando a los pibes, acompañando a la abuela al médico, atendiendo una persona con discapacidad? No, van a contar las horas por las que reciben plata. Eso es lo que pensamos cuando pensamos en trabajo. Y eso el feminismo lo vino a romper y la economía popular también lo vino a romper porque ¿Qué es el trabajo? ¿Qué es el salario? ¿Y cómo se funda la relación entre el tiempo, el trabajo, y el derecho? En el caso de las travestis y las trans ¿Cómo tengo que ser yo para que me acepten para trabajar? ¿Cómo tengo que encajar en ese molde de trabajador, trabajadora o trabajadore?
Ahí tenemos un concepto que es fundamental para pensar la economía y que lo estamos rompiendo un poco, lo estamos rompiendo desde un montón de lugares y ese es uno de los desafíos que tenemos a nivel intelectual, por lo menos. Qué formula le damos a esa concepción. Porque esa fórmula también nos cambia un montón de cosas. Voy a decir algo un poco tonto de la semana pasada. La semana pasada no sé si se acuerdan se anunció el DNI no binario. Hubo muchos chistes en las redes sociales, uno de esos chistes decía “¿A qué edad se jubila un no binarie?”. Porque la mujeres a los 60 y los hombres a los 65 ¿En qué lugar de la lista entra? Pero fíjense que parece una tontería pero ahí rompimos un montón de cosas que vamos a tener que pensar.
¿Cómo trascendemos la experiencia? Porque no podemos hacer todo el tiempo experiencia directa. Eso lo tenemos que convertir en una experiencia que nos permita, después de salir a la calle, tener algo.
Cada vez que hacemos esto ponemos en jaque una serie de cosas, que no son solo del plano del pensamiento sino que también se expresan en leyes, en fascículos que están por detrás sosteniéndolo. Nosotras siempre hablamos de datos y no tenemos datos de travestis y trans, no tenemos datos del tiempo de trabajo que se realiza en cuidados no remunerado en los hogares. No tenemos un montón de datos y si no tenemos los datos, no tenemos los números. No los tenemos sobre la mesa de debate, no tenemos el diagnostico, no tenemos la herramienta de las políticas públicas, no tenemos la solución.
No es menor el hecho de ponerse a relevar. Pensar acerca de lo que nos toca vivir y como eso también lo vamos institucionalizando en ese pensamiento. Como lo vamos recogiendo en la teoría para que realmente ese proceso que se realiza en la realidad tome carnadura y se transforme en algo que trascienda a la experiencia. Y esto es muy filosófico pero ¿Cómo trascendemos la experiencia? Porque no podemos hacer todo el tiempo experiencia directa. No podemos todo el tiempo salir a la calle, salir a la calle, salir a la calle. eso lo tenemos que convertir en una experiencia que nos permita, después de salir a la calle, tener algo. Y esa es la conquista: qué es lo que vamos a conquistar, qué es lo que queremos.
Yo creo que estamos en un momento muy difícil, porque la grieta esta que se apodera de muchos todo el tiempo, es una forma de inmovilizar el pensamiento también: nos ubicamos de este lado o de este lado. Y pareciera que solamente hay dos. Yo creo que ahí tenemos un gran desafío de salirnos de eso, porque eso nos inmoviliza. Hay momentos de hegemonía donde pensamos “o estás conmigo o…” y eso es algo que tenemos que romper, porque tenemos una gran oportunidad. Yo en eso soy muy fatalista, creo que es una de las pocas oportunidades que nos quedan. A nivel económico yo tengo 43 años ya y viví 4 crisis, y cada una es peor. No estamos en condiciones de seguir en esa, tenemos que salir por arriba porque si no, lo que se viene es horrible. Entonces es ahí donde creo que este tipo de iniciativas junto a todas las demás son muy valiosas porque nos están llamando a pensar.
Pensar no puede ser concebido como un acto de ricos, de snobs, de clase alta. Yo escribí un libro que ya va como por su sexta edición, se vendió en no sé cuántos países; nunca había escrito nada. Lo escribí en tres meses encerrada, salió y se convirtió en algo que me cambió la vida. Y nunca pensé que podía escribir. Y esto lo digo por si alguno o alguna tiene una duda, pueden escribir, pueden pensar, pueden sacar lo que tienen en la cabeza hacia afuera y que no los detenga el miedo a la frustración o lo que sea porque todos y todas tenemos la capacidad de hacer esos razonamientos y creo que además son muchos más fuertes y más poderosos cuando lo que se escribe refleja un proceso colectivo. Porque cuando uno está reflejando un proceso colectivo en mi caso el feminismo-y ojalá pronto leamos más libros que hablen de la economía popular- ahí es donde eso tienen mucha más potencia. El pensamiento no es algo que uno hace a escondidas, a oscuras, como se ve en los dibujitos animados. Es un proceso colectivo. Uno va entendiendo una época. Va reflejando el accionar del de al lado.

Era simplemente comentarles esto como una nota al pie. Me parece que es muy interesante que este espacio se dé en este contexto y en este momento. Y creo que nos tenemos que tomar con toda la seriedad este tipo de iniciativas, ponerle fuerza, hacernos los espacios para pensar. Por eso les decía que yo estaba contenta escuchando, porque escuché a compañeros y compañeras que hablaban de cosas distintas de las que yo escucho todos los días en el ministerio de economía, que imaginate, no son las más divertidas. Y está bueno escucharse, tener esa escucha activa, interpretarse, leerse y producir con eso. Entonces los y las invito a producir a pensar, y a reflexionar porque lo necesitamos. Estamos en un momento que esa reflexión sea una forma estratégica de llevar adelante nuestras necesidades, de llevar adelante la transformación que queremos porque si nosotros no pensamos y no reflexionamos sobre eso no vamos a superar esos obstáculos que tuvimos en el pasado, no vamos a ir hacia algo mejor. Y hoy tenemos esta oportunidad y creo que la tenemos que tomar.
Desgrabación: Lucas Ortiz
Edición: Juan Stanisci